domingo, 22 de mayo de 2011

LA EXPERIENCIA MARIANA DE DON BOSCO

"La Virgen María indicó a Don Bosco su campo de acción entre los  jóvenes, y lo guió y sostuvo
constantemente. Creemos que María está presente entre nosotros y continúa sumisión de Madre de la
Iglesia y Auxiliadora de los cristianos" (C.8).
1. APERTURA DE DON BOSCOS A DIVERSAS INVOCACIONES MARIANAS
Para Don Bosco, María no es solamente objeto de veneración y de fe, sino una experiencia
vital que condiciona en muchas ocasiones sus opciones más profundas y su modo de vivir la
propia espiritualidad.
María es, para él, una persona viva y operante que ilumina su camino, sostiene sus esfuerzos
y le ayuda de muchas maneras, incluso en ocasiones de manera extraordinaria.  No podemos considerar a Don Bosco únicamente como el propagador e impulsor de la invocación de "Auxiliadora de los cristianos". Sólo captaremos la experiencia mariana de Don  Bosco si analizamos la trayectoria de su vida y admiramos su confianza personal en María,
"Pastora y Maestra". Maestra concedida por quien es el verdadero "Maestro", Jesús, el Señor, a
quien Don Bosco sigue con firmeza y decisión.

En este breve recorrido sobre la vida de Juan Bosco (Don Bosco, después) podremos caer en
la cuenta de que Don Bosco es, ante todo, un cristiano, un creyente que se forma en la
espiritualidad de su tiempo, la asimila, la hace opción personal y le ayuda en su seguimiento de
Jesús.
Con el tiempo adaptará esta espiritualidad común cristiana a sus intuiciones pedagógicas y a
su propuesta de vida espiritual.

Pero durante todo el camino de su crecimiento y madurez espiritual va tomando las
invocaciones marianas que las circunstancias y lugares por donde pasa le ofrecen. No sería
correcto pensar que Juan Bosco entendió e invocó a María como "Auxiliadora" desde los
primeros años de su vida. Fue en sus últimos veinte años cuando se convirtió en "apóstol decidido
de tal invocación".

Comenzando por invocaciones muy populares, va madurando y va creciendo como empeño
personal también en su forma de ver y expresar su confianza en la Virgen María. Juan Bosco
creyente ejemplar nos ofrece el ejemplo de lo que ha podido ser nuestro propio camino de
madurez espiritual mariana.

Comencemos por los inicios, por la infancia, por su modo cariñoso de invocar a su
verdadera "Guía" , a la "Madre que nunca le iba a dejar" (MB V, 155). 2. INFANCIA Y ADOLESCENCIA DE JUAN BOSCO ( 1815-1831)

En el territorio de Castelnuovo en diversos pequeños pueblos, Juan Bosco transcurrió los 16
primeros años de su vida: infancia y la adolescencia.
En el ambiente familiar se modela su sensibilidad humana y cristiana. La religiosidad está
presente, de manera natural, en todas las acciones de la vida campesina de aquel entorno. El día
está marcado por recuerdos referentes a la vida del Señor. Los días, los meses, las estaciones y
los años se leen como regalo de Dios.

En este ambiente destaca la influencia de su madre, mamá Margarita, creyente convencida
que trata de dar a sus hijos lo mejor que ella tiene: su fe, su espíritu caritativo, su confianza en la
Providencia y su empeño en el trabajo de las labores diarias.
Pasados los años, Don Bosco deja escrito los siguientes recuerdos respecto a su buena madre,
en referencia a las prácticas de piedad en su infancia: "Su mayor empeño fue instruir a sus hijos
en la religión... cuando fui capaz de estar con mis hermanos, me hacía ponerme de rodillas por la
mañana y a la noche, y todos juntos rezábamos  las oraciones en común  y la tercera parte del
rosario" (MOi 21-22).

En referencia a la devoción mariana que le inculcó su madre queda patente en las palabras
que le dirige cuando Juan Bosco va a iniciar sus estudios en el Seminario y viste la sotana. El
mismo Don Bosco nos lo cuenta:

"Querido Juan, ya has vestido  la sotana de sacerdote. Como madre experimento un gran
consuelo en tener un hijo seminarista. Pero acuérdate de que  no es el hábito  lo que honra tu
estado, sino la práctica de la virtud... Cuando viniste al mundo te consagré a la Santísima Virgen;
cuando comenzaste los estudios te recomendé la devoción a esta nuestra madre. Ahora te digo que
seas todo suyo. Ama a los compañeros devotos de María. Y si llegas a sacerdote, recomienda y
propaga siempre la devoción a María. Al terminar estas palabras, mi madre estaba conmovida y
yo lloraba" (MO 79).
Este elemento materno va a aparecer como decisivo en el sueño que llamamos "de los nueve
años". Nos fijamos en las referencias marianas de este "sueño", que se va a convertir en el método
educativo y pastoral de Don Bosco. Nos cuenta en sus "Memorias":

"En el sueño me pareció estar junto a mi casa. Al ver una turba de chiquillos que se pegaban
me metí enseguida en medio de  ellos. En aquel momento apareció  un hombre muy respetable, me
llamó por mi nombre y me mandó ponerme al frente de aquellos muchachos, añadiendo estas
palabras: No con golpes, sino con la mansedumbre y caridad.
-¿Y cómo podré conseguirlo? - añadió - Yo te daré la Maestra - siguió el personaje - Bajo su
disciplina podrás llegar a ser sabio, pero sin ella toda sabiduría se convierte en necedad.
- ¿Y quién sois vos que me habláis de este modo?
- Yo soy el Hijo de Aquella a quien tu madre te acostumbró a saludar tres veces al
día.
 - ¿Y cuál es vuestro nombre?
- Mi nombre pregúntaselo a mi Madre. - Ella, tomándome bondadosamente de la mano, me dijo: He aquí tu campo, he aquí
donde debes trabajar. Hazte humilde, fuerte y robusto. Y poniéndome la mano sobre la cabeza me
dijo: A su debido tiempo, todo lo comprenderás" (MO 16).
Nos encontramos delante de una narración rica en detalles y contenido: El protagonista es
Jesús, el Señor, que deja paso a quien va a ser la "Maestra", aquella a quien Juan, junto con su
madre, en el trabajo del campo o con los libros, va a invocar tres veces al día con la oración del
"Angelus". (Cfr. CARLO COLLI, Pedagogía spírituale...)
Respecto a los lugares que acompañan la infancia y adolescencia de Juan, él mismo nos dice,
por ejemplo, que "la  fiesta más grande para los habitantes  de Murialdo y de I Becchi  era la
Maternidad de María Santísima, que celebraban en el segundo domingo de octubre ".  En ese
domingo va a ser cuando se produce el encuentro entre el niño Juan Bosco y el joven sacerdote
paisano suyo, D.Caffaso. (MOi 41-43).

Entre las devociones que Juan Bosco cultiva con especial cariño se encuentra la invocación de
la Virgen del Rosario. Es la referencia de su niñez. En un ambiente rural, esta fiesta, colocada en
los primeros días del mes de octubre, promovía una especial alegría por el final de las tareas del
campo. Las viñas habían dado su fruto y se podía disfrutar del buen tiempo otoñal y de la
recolección de los frutos. Al mismo tiempo  se rezaba y alababa a la Madre que siempre
acompañaba, y se hacía con el rezo del Rosario.

Esta invocación jamás la perdió Don Bosco. De hecho, pide a su hermano José que le deje una
de las habitaciones de su casa para dedicarla a capilla, con la invocación de la "Virgen del
Rosario".

Esa capilla acogerá durante muchos años a los muchachos que Don Bosco llevaba desde Turín
en sus paseos otoñales. Con esta invocación han rezado en su juventud Miguel Rúa, Magone,
Domingo Savio. Esta sencilla capilla del Rosario es el pequeño primer "centro de culto mariano"
que Don Bosco prepara para invocar a María.

Finalmente, como referencia e invocación mariana de estos años juveniles de Juan Bosco,
recordamos sus caminatas desde su pequeño caserío hasta el pueblo y su iglesia parroquial, la
iglesia de Castelnuovo. En la parroquia de San  Andrés Juan recibe el  bautismo, la primera
Comunión y la vestición de sotana. A esta iglesia iba con frecuencia a recordar y a rezar.

Y ya que estaba en un lugar al que le había costado subir (porque está en el lugar más alto del
pueblo), subía un poco más y se acercaba a rezar ante una imagen de la Virgen, llamada con la
invocación de  "La Virgen del Castillo", pequeño santuario mariano situado en el lugar que
ocupaba un castillo medieval. Particularmente se acercaba a él en las fiestas marianas y en los
momentos que buscaba silencio y retiro.

Hasta aquí hemos pretendido contemplar las "raíces" de quien más tarde será el "apóstol de
María". Sus raíces no varían con respecto a las de sus paisanos y compañeros de escuela, pero la
profundidad y la hondura que tomaron en tales años van a ser decisivas a la hora de proyectar su vida
como una vida modelada por la Virgen María.

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